El arte de hacer que las máquinas hagan cosas que de otro modo tendrían que hacer los humanos tiene una larga historia que se remonta a la antigüedad. Los hitos más recientes incluyen la Revolución Industrial, la electrificación y los ordenadores, que marcan los avances del campo durante el último siglo.
La llegada de la inteligencia artificial supone el próximo salto cualitativo para las tecnologías de automatización por varias razones. Antes de la IA, las soluciones de automatización solían tener un coste inicial muy alto, porque los sistemas basados en reglas no tienen la capacidad de razonamiento dinámico que poseen los humanos, y dichos sistemas requieren un diseño meticuloso. Los sistemas no agentes, como la automatización de procesos robóticos tradicional, funcionan bien en tareas estructuradas y repetitivas porque, al carecer de conciencia, operan de forma lineal y estática. Sin la capacidad de razonar, estos sistemas tienden a colapsar cuando se aplica un cambio a un escenario determinado. No están equipados para aprender o adaptarse a nuevos escenarios.
Es más, no pueden manejar entradas complejas y no estructuradas porque la comprensión del lenguaje humano y la capacidad de producción superan ampliamente las capacidades de los sistemas informáticos tradicionales. Los sistemas automatizados deben controlarse con controles estáticos. Si un usuario quiere cambiar algo, tiene que mover manualmente un control deslizante o marcar una casilla a través de alguna interfaz.
También había que lidiar con la llamada "paradoja de la automatización", que afirma que cuanto más eficiente es el sistema automatizado, más importante es la contribución humana de los operadores. Si algo sale mal en un sistema automatizado, el sistema podría multiplicar el problema hasta que llegue un humano para solucionarlo.
La automatización de modelos de IA, impulsada por algoritmos avanzados de machine learning llamados modelos de lenguaje de gran tamaño (LLM), supuso una mejora importante, pero los sistemas de IA no agéntico siguen siendo reactivos. Actúan cuando se les da instrucciones y siguen instrucciones definidas de forma estricta. Por ejemplo, un modelo de previsión puede predecir un pico de demanda, pero no puede reordenar existencias, notificar a los equipos de ventas o ajustar los plazos de entrega sin más indicaciones. La introducción de nuevos contextos puede requerir un reentrenamiento o una reconfiguración costosos y que consuman mucho tiempo.