A diferencia de los asistentes que no son agentes (por ejemplo, los chatbots), que solo responden a las preguntas de una en una, los agentes de IA son capaces de retener la memoria de un día para otro, razonar y actuar por su cuenta.
Los agentes de IA procesan las consultas de clientes o empleados para comprender la intención y el contexto, haciendo preguntas si es necesario. En función de la complejidad de sus tareas programadas y del número de herramientas externas a las que tengan acceso, los agentes de IA pueden resolver tickets de servicio de atención al cliente, enviar mensajes a los clientes, analizar los datos de los consumidores, escalar problemas complejos a los agentes humanos y proporcionar experiencias de servicio personalizadas.
Por ejemplo, los agentes de IA conectados a otros sistemas y conjuntos de datos podrían recurrir a herramientas preestablecidas para ayudar a una familia a planificar sus vacaciones: sugiriendo destinos basados en las preferencias existentes del usuario, trazando rutas, recomendando hoteles y haciendo reservas. Con la integración de datos de terceros, una red de agentes de planificación de vacaciones también podría modificar los planes en tiempo real en respuesta a condiciones como el clima o el tráfico.