«Por mucha publicidad que hagas, y aunque estés presente en todas las plataformas sociales, a los usuarios les basta con cinco minutos de experiencia en tu producto o servicio para decidirse», sostiene Sheinkin. «Si tu marca es tu experiencia —y, en un mundo digital, es tu experiencia la que impulsa la demanda—, hay que empezar a trabajar en la fase previa a la experiencia del cliente».
Con esta idea en mente, los profesionales de marketing de IBM empezaron a reflexionar sobre las interacciones con el cliente en todos los canales, y llegaron a la conclusión de que los datos aislados les impedían ofrecer experiencias coherentes y relevantes entre los diferentes canales. Por ejemplo, si un cliente de una cuenta de destino acudía a un evento, pero también había visitado el sitio web, había descargado un informe técnico y había establecido contacto por correo electrónico, a los expertos de marketing no les resultaba fácil atar los cabos necesarios para hacerse una idea clara de los deseos del cliente ni de su posición en el ciclo de compra para poder ofrecerle una experiencia personalizada.
En el plano tecnológico, IBM contaba con decenas de herramientas de marketing para gestionar los datos, los activos digitales, el contenido y las campañas. Como no estaban integradas, obstaculizaban la colaboración y el intercambio de datos, y carecían de eficacia debido a los procesos manuales. Los activos digitales de IBM, por ejemplo, estaban dispersos entre 40 plataformas de gestión de activos digitales (DAM), cada una con sus propios contenidos, normas y metadatos. En consecuencia, el tiempo se malgastaba buscando activos.
Los procesos heredados y la estructura organizativa también planteaban ciertos retos. IBM tenía 2800 campañas en marcha, un dato que refleja más la organización de IBM que las necesidades del cliente. En todas las zonas geográficas, unidades de negocio y líneas de producto, toda la creación se estaba realizando sin una máxima común ni un control central.
Así fue como dio comienzo un proyecto de gran envergadura para transformar el complejo sistema que se utilizaba en el marketing de IBM. «Nuestra labor iba a consistir en lograr una simplificación radical centrándonos en ofrecer experiencias personalizadas y los datos necesarios para facilitarlas», relata Sheinkin.