Los REC recibieron críticas debido a su asociación con el “lavado de imagen verde”. Esto se debe a que las compañías pueden comprar REC y declarar que sus operaciones son renovables sin dejar de emplear combustibles fósiles y emitir la misma cantidad de emisiones. Por ejemplo, una compañía que consume 100 MWh de electricidad anualmente de una red eléctrica alimentada por combustibles fósiles puede comprar 100 REC de un proyecto solar y se considerará que funciona al 100% con energía solar durante un año. Y, por lo tanto, la compañía puede declarar cero emisiones por los 100 MWh de electricidad consumidos.1
Sin embargo, la compra de REC genera ingresos para proyectos de energía renovable a través de acuerdos de compra de energía (PPA). Los PPA son contratos a largo plazo entre proveedores de energía renovable (como desarrolladores de parques eólicos) y compradores de energía renovable (como organizaciones). Con los PPA, los desarrolladores obtienen un precio fijo por cada MWh de energía renovable que generan. A cambio, el comprador recibe los REC asociados.
Entonces, si bien las compras de REC por parte de una organización pueden no afectar las emisiones generales de la red, la compra de REC por parte de muchas organizaciones es una señal del mercado para aumentar la demanda general. Con el tiempo, esto puede proporcionar beneficios ambientales, como ayudar a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.