La gestión de pruebas es la planificación, la monitorización y la documentación de las actividades de prueba utilizadas para garantizar la calidad del producto.
La gestión de pruebas está estrechamente relacionada con las pruebas de software. Al igual que el desarrollo de software se ha vuelto más complejo, también lo han hecho los esfuerzos de pruebas, lo que convierte a la gestión de pruebas en una parte importante del proceso de desarrollo.
Hoy en día, la gestión de las pruebas suele implicar el uso de soluciones de gestión de pruebas capaces de organizar y racionalizar los flujos de trabajo cruciales para el éxito de las pruebas. Estas soluciones permiten mejorar la planificación y automatización de las pruebas, incluida la creación de entornos de testeo, así como la trazabilidad y la mejora de la comunicación y la colaboración entre los miembros del equipo.
La gestión de pruebas no debe confundirse con la gestión de proyectos. Esta última puede utilizarse para organizar todo el ciclo de vida de desarrollo de software (SDLC, por sus siglas en inglés), mientras que la primera se centra específicamente en el proceso de pruebas de software del SDLC.
Una gestión eficaz de las pruebas permite realizar pruebas continuas que identifican oportunidades para mejorar la calidad del producto en tiempo real. Esto permite realizar correcciones durante el desarrollo de un producto y acelera la entrega de productos de calidad. Esto contrasta con las pruebas convencionales, que se realizan al final del proceso de desarrollo de un producto y ofrecen menos oportunidades de mejora y de gestión de errores.
El objetivo de las pruebas es identificar y corregir problemas que, de otro modo, impedirían que el producto cumpliera las expectativas del usuario final. Y sin embargo, a pesar de los notables avances en las pruebas de aplicaciones de software, a lo largo de los años han surgido costosos problemas de calidad.
En los años 60, las pruebas de software se limitaban en gran medida a probar líneas individuales de código, lo que se conocía como pruebas unitarias. Pero con el paso de las décadas, el proceso de pruebas se amplió para incluir múltiples tipos de estrategias y objetivos de pruebas, que van desde las pruebas de integración, que garantizan que los distintos componentes del software pueden funcionar juntos, hasta las pruebas de regresión, que comprueban si las actualizaciones de código o características perjudican a la funcionalidad general del software.
Aunque el desarrollo de diferentes estrategias de pruebas permite a las organizaciones detectar más problemas, la variedad de pruebas y métricas de prueba disponibles presenta su propio reto: la priorización. Las organizaciones se enfrentan a la priorización de los tipos de pruebas y casos de prueba necesarios para identificar los problemas más urgentes y abordarlos de manera oportuna. Este desafío se ve agravado por la creciente complejidad de los productos que se prueban: más funciones y características por producto requieren aún más pruebas.
La falta de priorización y optimización en la planificación de las pruebas puede dar lugar a ciclos de pruebas ineficaces e ineficientes que dificulten la ejecución de metodologías de desarrollo ágil y DevOps, al mismo tiempo que permiten que se cuelen errores costosos. Afortunadamente, las herramientas de gestión y administración de pruebas pueden ayudar a aliviar estos retos. Esto permite a los equipos de desarrollo acelerar la entrega de software de alta calidad y cumplir la demanda de escalabilidad.
Aunque los marcos de la gestión de pruebas pueden variar de una empresa a otra, el proceso de gestión de pruebas se suele dividir en dos fases: planificación y ejecución de pruebas, ambas supervisadas por un gestor de pruebas.
En la fase de planificación, los gestores de pruebas llevan a cabo un análisis de riesgos para determinar qué podría salir mal durante un ciclo de pruebas. Llevan a cabo una evaluación de las pruebas, en la que consideran qué recursos y financiación se necesitan para las pruebas. Realizan la planificación de las pruebas, en la que trazan la estrategia y los objetivos de las pruebas; y llevan a cabo la organización de las pruebas, que implica estructurar el equipo de pruebas y asignar responsabilidades a los evaluadores y a otros miembros del equipo.
Durante la fase de ejecución de las pruebas, los gestores de pruebas supervisan y controlan el progreso de las actividades de prueba. Llevan a cabo la gestión de problemas para identificar los problemas que surgen durante las pruebas e instruyen a los miembros del equipo para resolverlos. Además, crean informes de pruebas que resumen y analizan el proceso y los datos de las pruebas para que los revisen las partes interesadas.
En el pasado, las empresas han utilizado herramientas de hojas de cálculo como Excel para gestionar las pruebas. Aunque estas herramientas son fáciles de aprender, los sistemas modernos de gestión de pruebas ofrecen características que pueden organizar y agilizar mejor los procesos de gestión de pruebas.
Uno de los beneficios clave de las herramientas de gestión de pruebas actuales es la automatización, incluidas las pruebas de API, las pruebas de interfaz de usuario (IU) funcional, las pruebas de rendimiento y la virtualización de servicios (de lo contrario, la simulación de los componentes de prueba necesarios puede no estar disponible en tiempo real). La automatización también puede ayudar a los evaluadores a reutilizar los datos de prueba en diferentes ejecuciones de prueba para una mayor eficiencia.
Otras características del sistema de gestión de pruebas pueden incluir:
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